BARDAS, CERCAS Y MUROS DEL CORAZÓN.
Seguramente has oído hablar de
término “corazón de piedra” cuando se hace referencia a una persona que está
imposibilitada para amar. Generalmente pensamos que se trata de personas
insensibles, “sin corazón” e indiferentes a todo lo que suceda en relación al
amor.
Lo cierto es, aunque resulte
contradictorio, que éste tipo de personas son más sensibles de lo que tú crees.
¿No me crees? Pues créeme, porque muy seguramente tú tienes un muro en el
corazón.
Y a este punto dirás, y por qué
yo si estábamos hablando de un cierto tipo de personas. Ésas que son duras,
frías y calculadoras… y yo soy muy sensible. Pues precisamente por eso.
Estamos acostumbrados a que el corazón
de piedra se le adjudica a quien no siente. Nada más falso puede existir en
éste mundo, pues todos sentimos, aunque también es cierto que podemos fingir
que dejamos de sentir.
El corazón de piedra no nace,
pero sí se hace. Y se hace precisamente por sentir pero no saber qué hacer con
lo que se siente. Aunque todos nos hemos sentido expertos en el arte de sentir,
la verdad es que no es cierto. Lo que se siente y no se expresa es no saber
sentir. Y aunque toda la vida nos hablan de emociones y nos rodean de las
mismas, nos condicionan a qué sentir y que no. En nuestra sociedad es mal visto
expresar tristeza, pero si no la sientes cuando “se supone” debes proyectarla también
estás mal. Es reprobable la ira u coraje, pero si no les expresas cuando conviene
a otros también es malo. Respecto al amor también hay sus contradicciones. Si
sientes mucho amor, te toman por débil, pero si no lo demuestras te toman por fría/o. Entonces
sentir es un conflicto y el más afectado es nuestro muy lindo y sensible
corazón.
Si hasta ahora te has creído que
nuestro corazón se ha resignado a nuestras inconsistencias, pues te informo que
no es así. Nuestro corazón tiene un
cerebro, incluso más efectivo que el que tenemos en la cabeza), y es tan
inteligente que se ha creado muchos mecanismos de defensa. Y no para defender a tu falso tú, sino para proteger a tu
verdadero Yo.
Lo que tú conoces como corazón
roto, corazón herido, corazón destrozado y demás adjetivos, no es más que un
mecanismo de defesa del pericardio para salvaguardar la integridad del corazón.
Porque de ser verdad cualquiera de los adjetivos antes mencionados, tú ya
estarías muerta/o. Y por fortuna, todavía andas aquí, lo que se dice viviendo y
coleando para liberar y sanar tu corazón.
Un corazón de piedra es un
corazón “enfermo”. Término científicamente (se menciona lo científico por
aquellos para los que la ciencia es ley) diagnosticado cuando no se haya nada
físico: “su mal es del corazón”. Dicho mal se va gestando por emociones
atrapadas, escondidas, no resueltas a lo lardo de nuestra existencia. Cuando no sabemos qué hacer con ellas,
nuestra inteligencia interior se las ingenia para ayudarnos. Va tomando cada una de las
emociones y va formando un muro, esto con
el fin de proteger la pureza del corazón y evitar que se contamine. Sin embargo
para ésta acción hay una reacción y ésta se
manifiesta en nuestro día a día en diversas formas y experiencias muchas
veces no gratas. Es como si el inconsciente te dijera: tras de este muro hay un
corazón íntegro y puro, pero fuera de él tú arreglártelas para volver a
experimentar la belleza que hay a ti. Pero recuerda, no he dejarte sola/o en
esto.
De ahí el “toca y se abrirá, pide
y se te dará”.
Para tal efecto hay que saber
dónde tocar y qué pedir. Uno de los
médicos con mayor experiencia en el campo de las emociones es el Dr. Bradley
quien supo a quién y qué preguntar, por lo que en trabajo terapéutico con su
esposa, descubrió que el corazón de piedra como tal no existe, sino que el
corazón se protege, y se protege con un muro. De ahí que él dio a conocer el término Muro del Corazón. Dicho muro se crea de
distintos materiales (metafóricamente hablando) y de diversos grosores.
Personalmente ya he tenido oportunidad de trabajar con el “muro del corazón” y
confirmar que dicho muro está construido de emociones no expresadas y vivencias
incluso no recordadas.
También me he percatado de que no
existe solo un muro, sino que existe un muro que protege a otro. O que el
inconsciente no lo reconoce como muro, sino que le llama barda, muralla,
barrera; dependiendo de las creencias de quien lo posee.
Como se mencionó anteriormente
para acceder a dicho territorio es necesario hacer contacto con el
subconsciente, pero para ello hay que hacerlo libre de juicios. De ahí que un Curso de Milagros nos exhorte a
volver a ser como niños, pues solo desde la inocencia podemos adentrarnos en
las profundidades de nuestro ser. Hecho que corroboran muchos terapeutas
reconocidos hoy día.
Lo bueno de todo esto es darnos
cuenta de que siempre existe otra manera y que dentro nuestro hay una
inteligencia comunicándose continuamente con nosotros e innovando la manera de
hacerlo. Agilizando nuestros procesos y otorgándonos las herramientas para
lograrlo.
Cómo saber si tenemos un muro en
el corazón.
Lo más sencillo sería asistir con
alguien que conozca del tema y tenga experiencia en el contacto con el
subconsciente, aunque también podrías hacerlo tú con un poco de experiencia.
Pero tómate unos minutos para responderte a ti misma/o lo siguiente: ¿crees que
es normal que siempre te irrites por la misma causa? ¿Qué tengas miedo a
expresar amor por miedo a que te lastimen? ¿Qué esperes recibir antes de dar? ¿Qué
no puedas perdonar o perdonarte?
Estás son solo unas cuantas
preguntas que te pueden mostrar que tienes un muro en el corazón. Puede que
creas que tú no adoleces de ello, pero según la experiencia del Dr. Bradley poco
más del 90% de la gente tiene uno. Quizá en algún momento fuimos el 100% y tal vez ahora seamos menos del 90%. Y esto
es así porque cada día son más las personas que están dispuestas a ver y sentir
de otra manera. Y aunque los muros
pueden derrumbarse, también pueden volver a reconstruirse, según en qué etapa
estemos en nuestra vida. Por ello el “trabajo” de purificarnos no es de una
sola vez sino del resto de nuestra vida.
Hoy podemos decir que tal muro
estuvo ahí, hasta el momento en que fuéramos capaces de hacerle frente y
hacernos responsables de nuestras emociones para compartir con el corazón el
amor del cual estamos hechos y para el cual estamos aquí.
27/05/2014 [14:43]